“Mamá, Guillermo dice que los Reyes son los padres”. “¿Cómo puede ser que Melchor esté en una tienda y en la cabalgata a la vez?”. “A ese Papa Noel se le cae la barba, ¿es el de verdad?”. “¿Cómo saben los Reyes si me he portado bien o mal, ¿os chiváis?”

Preguntas como estas son habituales en esta época de año.  La pregunta normal es ¿qué hacemos? ¿mantenemos la ilusión o confesamos la verdad?

Estas son las preguntas que me hizo la gente del Heraldo de Aragón y que publicaron en este artículo.

Lo normal es que los niños descubran la verdad entre los 8 y 9 años, ya sea por sí mismos o porque se lo ha contado algún amigo.  Si a los 11 años todavía no lo ha descubierto, sí que conviene contárselo, ya que de lo contrario sus compañeros podrían reírse de él.  Aunque también hay que tener en cuenta que el niño puede saberlo y no haber dicho nada.

Los padres no debemos sentirnos culpables por estar «engañando» a nuestros hijos.  La imaginación y la fantasía son fundamentales en la infancia, y son necesarias para su desarrollo psicológico. Por eso no hay que negarles la ilusión de los Reyes Magos, de Papá Noel o del Ratoncito Pérez por pensar que se les está mintiendo.

¿Debemos adelantarnos o esperar a que los niños pregunten?

Las dos opciones son válidas. Lo que es importante es estar preparado para saber qué responder cuando el momento llegue.

Conforme los niños van desarrollando su capacidad de pensar y razonar, lo normal es que se vayan dando cuenta de que hay cosas que no cuadran: mucha gente con regalos por la calle, es posible que descubran algún regalo escondido por casa, o que nos oigan colocando los regalos…

A la hora de contarles la verdad, la explicación debe ser clara y sencilla, en ella se deben incluir las creencias familiares y las tradiciones culturales que se quieran trasmitir. Es bueno insistir en que es algo que se ha hecho siempre desde el cariño. Si los padres lo consideran necesario, existen varias cartas que pueden ser de ayuda.

La primera reacción será posiblemente de sorpresa, o incluso de pena. Pero es muy fácil conseguir que se vuelvan a ilusionar desde su nuevo punto de vista. Ahora ellos son mayores y tienen la oportunidad de continuar la tradición. ¡Ahora ellos son los nuevos cómplices de Papá Noel y los Reyes Magos!

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